Clemente, toda una vida dedicada a las trufas

Clemente, toda una vida dedicada a las trufas

Clemente Aliaga Hoyo tiene 77 años y lleva dedicándose al mundo de las trufas desde hace prácticamente medio siglo.  Él sabe todos los secretos sobre este misterioso hongo al que todos adoramos y recuerda con exactitud muchos detalles de sus inicios. Ahora sabemos muchas cosas sobre las trufas, ¿pero como era este mundo hace 50 años? Su voz denota experiencia, serenidad e ilusión: aún hoy en día es representante comercial de trufa de Laumont. La trufa es su forma de vida, y así lo será siempre.

(Si lo prefieres, puedes ver la entrevista en vídeo haciendo clic aquí)

¿Cuántos años llevas recogiendo trufas?

Pues unos 47 o 48 años…

Esto es hace mucho tiempo… ¿cuáles fueron sus inicios con el mundo de la trufa?

Antes de empezar con este mundo, no tenia ni idea. Porque entonces existía un secretismo total. En mi inicio, me abrió las puertas un amigo mío con el que íbamos a cazar juntos. Me sorprendía porque cuando llegaba la temporada de la trufa él dejaba de cazar y se dedicaba solo a la trufa. A partir de ahí ya me interesé y por mediación de él, después de mucho insistir, me dijo “te voy a dejar un perro y lo que te digo es que el jornal, te lo vas a ganar”.

Clemente Aliaga Hoyo

¿Cómo se inició como comprador de trufa?

Empecé como buscador y la que pasaron 4 o 5 años, un señor que le solía vender mis trufas me habló de si me interesaría trabajar con él como comprador. Y así empecé como comprador.

¿En sus inicios, la trufa era silvestres o de plantación?

Entonces, el cultivo no existía. Era todo trufa silvestre. El cultivo vino muchos años después.

¿Dónde se vendía la mayor cantidad de trufas?

Antes, toda la trufa que se compraba en España se llevaba a Francia, desde mi conocimiento y experiencia. Ahora hay empresas como Laumont que se dedican a comprar en España y, además de vender a todo el mundo, potencializan y fomentan la venta de trufa en España.

¿Recuerdas la primera vez que fue a buscar trufas?

La primera vez que fui a buscar trufas fui con un destornillador y cogí un kilo. No recuerdo si saqué unas 2.500 pesetas… aquello para mí, ¡era un mundo!

¿Qué puede destacar de la recolección de trufa en sus inicios?

Entonces, cuando se buscaba tanta trufa en el monte, era un secreto. Nadie decía nada.

¿Guarda especial amor a algunos de sus perros truferos?

Ha habido perros muy buenos. Recuerdo un perro que se llamaba Toby, era el mejor. Iba detrás de los demás, y no paraba de sacar trufas. ¡También he tenido de muy malos!

¿Tiene algún recuerdo de Toby? ¿Por qué era tan especial?

Era dócil, trabajador… A veces íbamos a buscar trufas con un amigo mío, y al medio día nos hacíamos un asado para comer. Pues el perro, cuando le parecía, se iba, cogía una trufa con la boca, me la traía y con la pata me rascaba como diciendo “eh, ¿me das algo?

Clemente Aliaga Hoyo

¿En qué se basa actualmente su trabajo como comprador de trufas?

Mi trabajo ahora es, digamos que sencillo. Porque yo contacto con los clientes, voy a sus casas, les recojo las trufas, las empaqueto, Laumont me manda un furgón a recogerlas y luego ellos valoran el precio según la calidad y ya les pagan directamente a los agricultores.

¿Qué es lo que más valora de Laumont?

Laumont me ofrece estabilidad. Es una empresa fiable que compra todo lo que yo puedo recoger, nunca me ha puesto ninguna pega y lo paga todo por transferencia bancaria. Así a mi me evita llevar dinero encima.

¿Es consciente del valor que gente como usted da a Laumont?

Yo intento darle a Laumont todo lo que puedo desde mi “pequeñez”. Yo soy una aguja en un pajar. Pero en cuanto a transparencia, al trato, a la puntualidad, al no molestarme a hacer kilómetros, aunque la cantidad de trufas sea mínima. Yo he ido desde Viver a Zaragoza (unos 500km ir y volver) por medio kilo de trufas… y no me ha importado. Y sigo yendo.

Yo compro desde que el buscador tiene 10, 20 o 30 kilos, hasta que tiene 100 gramos.

¿Cree que se valora cada vez más la trufa española?

Los agricultores que yo les transmito que Laumont vende su trufa como trufa española, están super contentos. Claro, porque revaloriza su producto.

¿Cómo ve el futuro de la truficultura en España?

Desde mi punto de vista, cada vez va a haber más producción, porque cada vez se está plantando muchísima más planta. Hay mucha gente nueva en el sector: todos los años entra gente nueva.

¿Qué ha supuesto la trufa a lo largo de su vida?

Me la ha solucionado. Con esto está todo dicho. Yo, todo lo que tengo, a parte de lo que me dejaron mis padres, ha sido gracias a la trufa. Hoy en día es mi forma de vida. Es parte de mi vida, ir a buscar trufas.

De hecho, un buscador, bastante buen cliente, un día estaba tomando unas cervezas y llegué yo y dijo “¡Hombre! Clemente, ¿cómo estás?” y digo “Bien!”. Y entonces dice “Este (refiriéndose a mi) se morirá… ¡y el sábado vendrá a comprar trufas!”

Clemente Aliaga Hoyo

Puede que te interese

“Lo que más valoro de Laumont como recolector profesional de setas es que siempre está ahí”
Jaime Montaner, los secretos de un truficultor Laumont